miércoles, junio 14, 2006

A Western

Second try (NJL 36 if my memory don`t trick me) and maybe the funniest.
UN WESTERN
Para el vaquero todo empezó unas semanas atrás cuando llego al pueblo y se dirigió a la taberna para descansar; hacia ya cuatro dias que venia cabalgando y era incapaz de sentir su propio trasero.
La taberna era el típico tugurio que ya había frecuentado cientos de veces en cientos de pueblos: las bailarinas moviendose torpemente al ritmo de una
banda de sonido estridente, un grupo de cuatreros perdiendo sus dolares malhabidos en partidas de poker y demás cuadros pintorescos.
Se acerco a la barra, se sentó sin fijarse quién estaba al lado y espero a que se acercara el tabernero.
Uno supone que las palabras de un tabernero están llenas de sabiduría y representan
un refugio donde encontrar consuelo en nuestros peores momentos pero “¿qué vas a tomar, cabrón de mierda?” no eran palabras que resultaran particularmente estimulantes.
-Whisky, follador de caballos.
-Que sean dos -sugirió una sensual voz a la derecha del viajero.
Este se dio vuelta ilusionado pero solo una dama de compañía mas bien flaca, cansada y con aspecto de que las compañías con las que anduvo no habían sido muy buenas lo estaba mirando.
-¿Que pasa, cowboy, no vas a invitarle un trago a una dama?
-Lo haría si viera una pero dado que eres lo más parecido tengo que preguntarte que obtendría a cambio.
-Puedo darte un recorrido intimo de las habitaciones.
El tabernero al oír a
la mujer hizo un gesto de querer decir algo pero recordó como se había referido antes el vaquero a su persona y cambio de parecer.
El vaquero no rechazó el ofrecimiento; el precio era irresistible y el olvidar por un instante los cuatro días de cabalgata era mejor aún.
No se podía decir que la habitación fuera linda (de hecho no se podía decir nada bueno de la habitación) pero al menos cumplió su objetivo; en cuanto ambos hubiesen terminado (o por lo menos el vaquero... la mujer y sus sentimientos le eran indiferentes en lo absoluto) empezaron a vestirse. De repente la puerta cedió con un enorme estruendo.
Un fortachón de casi dos metros de alto estaba parado fuera de la habitación con una terrible expresión de odio en su cara. Por detrás de él se asomaba el fontanero con una sonrisa picara.
El gigante intento entrar a la diminuta habitación, se golpeo contra el dintel donde había estado la puerta y tras agacharse logró su cometido; miró fijamente a la prostituta.
-¿Margareth, que significa esto?- pregunto con un gruñido que recordaba a un oso.
-Michael, no es lo que parece- respondió temblando la mujer.
-¿En serio? Porque parecería que te acostaste con este vago.
-Ah, entonces si es lo que parece- dijo Margareth ante la inevitable verdad.
El vaquero considero que era un buen momento para dejar a la pareja a solas; intento escabullirse por un costado pero Michael lo levanto por el aire con una sola mano.
Preso del miedo el hombrecito empezó a golpear por todas partes hasta que descubrió que las zonas intimas eran lo único
vulnerable de la mole. El monstruo se encorvo de dolor y el vaquero aprovecho el momento para saltar por la ventana, montar su caballo y alejarse a todo galope.
De vuelta se encontraba viajando a toda velocidad bajo las nubes del desierto como si no tuviera rumbo solo por huir de la furia del gigante y su posiblemente gran banda de amigos cuatreros.
No poder dejar de pensar en como llego a esta situación no lo preocupa ya que al menos aprendió una importante lección: una copa de whisky te puede salir muy cara.

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