miércoles, enero 31, 2007

In the flesh

First story with Angélica Jones, a new chracter. Enjoy it.
EN CARNE VIVA
-Te recibirán ahora.
Gabriel respiró como no lo había hecho en centurias y entró en el salón.
Asmodel, líder de la casta Serafín, empezó la sesión.
-Has solicitado audición ante el Consejo, portador de la Voz.
El ángel se tomó un instante para medir sus palabras, sabiendo que serían determinantes.
"Oh, altos señores de las huestes angelicales, me hallo aquí por el pedido más insólito que hallan escuchado en milenios, quizás incluso desde la rebelión de Lucifer.
Pero antes de condenarme, por favor, no solo escuchen mis palabras. Únanse a mí en armonía espiritual, sean uno conmigo mismo y vean todo lo que mora en mi alma, desde las mayores trivialidades hasta los secretos más oscuros.
Sientan lo mismo que sentí el día que la conocí.

Estaba en el cementerio viendo a las almas en purga cuando una voz encantadora llamó mi atención. Seguí la tierna melodía y la encontré, parada sobre una tumba, llevando el último
saludo de una anciana moribunda a un amor perdido hace mucho.
Observen esa piel clara como la nieve, ojos cristalinos como el agua y cabellos rubios como el fuego.
Una mujer que es toda bondad, creyente con alma y dedicación, tanta como la que le profesa a todos los que la rodean.
Y ahora que han sentido todo eso, díganme si tienen la fuerza para rechazar mi pedido de bajar a la tierra y pasar el resto de mis días con ella."
Tras romper el lazo espiritual con Gabriel, le pidieron que se retire para poder meditar. Por fin, después de lo que se sintió como eones, le pidieron que vuelva a entrar.
-Vamos a concederte el deseo de tu corazón, Gabriel, porque has encontrado lo que hemos buscado por milenios. Pero debes entender que todo tiene un precio y el tuyo quizás sea demasiado alto. ¿Estás enterado de ese precio?
-Si, lo estoy. Pero no es el hecho de sentir la carne y el dolor humano lo que me turba sino el saber que mantendré mi juventud e inmortalidad mientras ella se pudre y se marchita. Pero no estoy enamorado de su carne débil y mortal sino de su alma eterna.
-Entonces así sea.
Fue lo ultimo que Gabriel escuchó antes de que la luz lo cubriera. Al despejarse se encontraba en la Tierra.
Por primera vez en la eternidad sintió el golpe del viento contra su piel y las gotas de lluvia cayendo en su cara. Acababa de conocer su prisión de carne.
Quiso volar a su departamento pero cada movimiento de las alas sentía que le partían la espalda. Acababa de conocer los músculos y el cansancio.
Cubierto con un viejo sobretodo caminó varias cuadras por un mundo sucio, pobre y triste. Un mundo muy alejado de los coros angelicales, el lucero del alba y los paseos por las nubes. Acababa de conocer la tristeza.
Pero la persona detrás de la puerta lo justificaba todo. Lo recibió con la misma sonrisa con que esa mañana consolaba a un niño hambriento.
-¿En que puedo ayudarlo, buen hombre? – le preguntó con una voz que hacia eco en cada rincón de su ser.
-No necesitas ayudarme con nada, ya te encontré.
-¿Quién es usted?
El ángel no veía necesidad en seguir ocultándose. Dejó caer el abrigo y con esfuerzo extendió las alas.
La mujer dio un grito ahogado, se arrodilló y empezó a rezar.
-Por favor. No. Más allá de las alas soy igual a ti. Sufro y siento lo mismo. Cada vez que lloras sufro. Y con cada sonrisa me regocijo.
La muchacha lo miró con picardía y puso una mano en sus piernas.
-¿Y cuando siento lujuria?
-No sabría decírtelo, el sexo es algo que los angeles tenemos privado- respondió Gabriel. Acababa de conocer la timidez.
Lo empujó hacia una cama y le saltó encima. Gabriel se sintió un poco incomodo.
-¿No vamos muy rápido?
Tras besarlo con suavidad pero audacia en sus partes intimas lo miró a los ojos.
-¿Te parece?
-Creo que no- Gabriel se acostó. Acababa de conocer el placer.
Lo único que lamento fue lo efímero, la sensación de momento ya pasado y que no volvería tras volcar su ser dentro de ella. Satisfecho se durmió. Acababa de conocer el sueño.
Al despertarse estaba rodeado por varias personas en uniformes científicos. Un anciano decrepito lo contemplaba desde una silla de rueda. Su amada con desprecio y sorna, en una esquina de la habitación, terminaba una colilla. Estaba inmovilizado.
-¿Qué significa esto?
El viejo habló con una voz quebrada y enfermiza.
-Tranquilo, mi preciado objeto, no te impacientes que no queremos que te pase nada antes que haya obtenido lo que busco.
Los médicos le taparon la boca al ángel mientras le inyectaban agujas intravenosas. Acababa de conocer la traición.
La rubia terminó su cigarrillo y avanzó a la puerta.
-Ya tienes lo que buscabas, Hammond. Si piensas que una transfusión de un serafín te dará la vida eterna es problema tuyo, yo tengo otros métodos. Con sinceridad, la idea de vivir para siempre me aburre.
-Como quieras, Jones, ya cumpliste con tu parte. Ya te pagué. Antes de irte... ¿Podrías decirme como hiciste para que no adivinara tus intenciones? Uno puede posar como la persona más humanitaria del mundo...
-Eso solo fue para llamar su atención. No me recuerdes los meses alimentando linyeras y cambiándole los pañales a viejas hipócritas.
Miró a los ojos horrorizados de Gabriel y sonrió.
-El secreto es que nuestro muchacho es solo eso, un niño caliente, y no hay quién resista a ciertas cositas que sabemos hacer las chicas. Podrá pensar que se enamoró de mi alma pero solo quería acabarme adentro.
-¿Lo hizo?- preguntó Hammond con horror y fascinación.
-Si, aunque me decepcionó. No pensé que un ángel sería eyaculador precoz. En fin. Como dije, soy más practica.
Angélica Jones, experta en ocultismo y mercenaria, salió de la sala imaginando los enmudecidos gritos de Gabriel y se preguntó porque sus padres habían pensado un nombre tan irónico.

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