sábado, febrero 03, 2007

A damned whim

A tale for "The fantastic binomian" suggested by the words MANDARINA - HELADO. Grettings
UN MALDITO ANTOJO
1:15 AM
-Amor...
-Umff... umffff
-Tengo un antojo.
-¿Eh?- Carlos abre los ojos y apenas distingue los números rojos del reloj
digital- ¿No es un poquito tarde?
-Dale, bebe, es la primera vez que te lo pido. Hasta ahora siempre me
contuve y pensá que ya van casi cuatro meses.
-¿Bueno, que querés?
Silvia se lo susurra relamiéndose en el oído.
-¡¿Helado?! ¿No te conformas con un vaso de leche?
-Porfissss.
Carlos mira a los tiernos ojos de la mujer de su vida y no puede resistirse. La besa con pasión y se levanta.
El teléfono suena del otro lado y la cansada voz de un recepcionista atiende.
-Heladerías Fulero, buenas noches.
Carlos agradece a Dios por el delivery y hace el pedido.
-Lo siento, señor, pero ese gusto solo lo tienen en la sucursal de Villa Fiorito.
-Bueno, dame el numero.
-Es que no hacen entrega a domicilio. Tendría que ir en persona. Buenas noches.
El abrupto corte deja al interlocutor con la palabra en la boca. Piensa que quizás pueda convencer a Silvia de que espere hasta el mediodía, pero la verdad que la pobre tenía razón, venia soportando el embarazo como una reina.
Nunca se quejo del dolor, ni las patadas, ni los vómitos ni de las sesiones de gimnasia pre-parto ni nada de las cosas con las que, por lo general, las mujeres martirizan a sus maridos.
-Amor, voy a buscarte el helado. En un rato vuelvo.
-Dale, no tardes mucho que tengo hambre.
Carlos refunfuña en voz baja y cierra la puerta.

2:35 AM
Ya lleva más de una hora y esta por desistir cuando las luces del ciento treinta y ocho se asoman por la esquina.
Paga el pasaje y se sienta al fondo. En la otra punta de los asientos un hombre de pinta desgarbada lo mira con los ojos desorbitados.
"OH, dios, a mi no", piensa Carlos pero ya es tarde. El linyera se sienta al lado suyo.
-Hermano, he visto el fin del mundo y no es nada lindo. He visto a la
humanidad completa rogando por piedad mientras el mundo arde en llamas pero peor es lo que te espera esta noche.
-No me jodas. ¿Que querés, una moneda?
-Ni el dinero podrá salvarte de lo que viene. Y todo por un capricho de tu mujer.
Carlos se quedó mudo de sorpresa.
-No pierdas tiempo conmigo, la próxima es tu parada.
Desconcertado, se baja y entra en la heladería a unas pocas cuadras.

2:50 AM
Detrás del mostrador hay un solo chico muy entretenido hablando con una chica vestida de cuero y minifalda.
-Hola, quiero un...
-Eh, viejo, banca un momento. ¿No ves que estoy atendiendo?
Carlos se muerde la lengua y le pide disculpas a la muchacha que lo mira con desprecio.
Espera un largo rato y al ver que el pibe hace de todo menos atender decide ponerse severo.
-Escúchame, estoy muy apurado y vos estas boludeando.¿Me podes dar un...
-Esta bien, esta bien- le grita el pibe- ¿Nena, nos vemos más tarde?
-Ni en pedo, me voy a bailar.
La chica se retira del negocio haciéndole un gesto obsceno a Carlos.
Esté se fija que el pibe no le sirva el helado con una escupida incluida, paga y se vuelve a la parada de colectivo.

3:30 AM
Como era de esperarse, el micro no aparece.
De pronto un auto frena en seco ante él. Aunque los vidrios están polarizados se nota que adentro hay más gente de la que debería.
La ventanilla del acompañante se baja y muestra el rostro bastante drogado del heladero.
-Eh, este es el viejo ortiva que me cortó el chamullo con la Yesy.
Varias expresiones se escuchan dentro del autito.
-Córtala, pendejo, no rompas las bolas.
-¡¡Uh, te esta apurando, Polaco!!
-Todo bien, vieja, solo danos un poco de helado que hace calor y el dueño es otro ortiva que no me deja llevarme nada.
Carlos se lo estaba por darle el postre encantado de sacárselos de encima pero pensó no solo en lo que le había costado conseguirlo sino en la expresión de decepción en la hermosa cara de Silvina.
-No, flaco, no puedo.
Ahí el "polaco" se puso furioso.
-Ándate a la concha de tu madre, viejo choto.¡Cholo, arranca!
El auto aceleró dejando restos de goma caliente sobre el asfalto. Mientras daba la vuelta a la esquina, Carlos sujetó con más fuerza el pote que llevaba en el brazo.
Al rato en la otra esquina escucho un motor y pensó que por fin era el micro pero estaba equivocado. El auto de los pibes avanzaba directo hacia él.
Carlos se quedó quieto hasta ultimo momento pero cuando vio que el auto subió a la vereda empezó a correr con todas sus fuerzas.
Se metió en un callejón pero el coche todavía lo seguía. Delante de él había una pared que cerraba la callejuela además de un enorme container de basura. Se subió en este pero todavía no estaba lo suficiente alto como para saltar la pared.
Miró al vehículo que venia arrollando bolsas de basura y golpeándose contra las paredes. Por un instante que pareció una eternidad avistó la cara gritando y enloquecida del conductor.
Encima de él había una escalera de incendio. Saltó y se agarró unos segundos antes que el auto arrollara el container.
El brazo le dolía horrores pero no pensaba soltar el envase de helado.
Haciendo un esfuerzo supremo jaló hacia arriba y logró treparse hasta un balcón que daba a una ventana semiabierta.
Miró hacia abajo. El auto estaba en silencio excepto por un tema de cumbia sonando a todo volumen. Por las dudas prefirió bajar por el interior del edificio.

3:42 AM
La habitación en la que se metió estaba a oscuras excepto por la luz de una heladera abierta. La puerta se cerró y una nena de unos diez años lo miró consternada.
Carlos le hizo una seña de silencio
-Shh, no hagas ruido, ya me voy.
-¿Qué llevas ahí?- preguntó la niña en voz baja.
-Helado.
-¡Que rico! ¿De que gusto?
Carlos se lo dijo y la cara de la niña se iluminó.
-¡Mi favorito!. ¿Me convidas?
-No... no puedo.
-¡¡MAMA, PAPA, UN LADRON EN LA COCINA!!.
Una de las puertas se abrió de una patada y entró un gigante de dos metros en pijama y armado con una escopeta y la cara enloquecida.
-¡Fuera de mi casa! – gritó antes de disparar a donde estaba Carlos.
Este se tiró detrás de un sillón y salió corriendo hacía la otra puerta. Para su suerte estaba sin llave y logró abrirla antes que otro disparo le volara la cabeza.
Bajó corriendo todos los pisos hasta llegar a la puerta del consorcio. Está si estaba cerrada y escuchaba los gritos del enojado vecino cada vez más cerca.
Dejó el helado sobre una mesita que usaba el portero y con una silla golpeó el vidrio de la enorme puerta hasta que se partió.
Estaba por salir cuando se acordó del paquete. Asomó medio cuerpo y lo agarró antes que un escopetazo destrozara el resto del vidrio.

4:20 AM
Estaban cayendo las primeras gotas de una lluvia veraniega.
Carlos corrió casi siete cuadras hasta estar más o menos seguro de que la maquina de matar no lo seguía. Respiró con profundidad y miró con odio al pote de helado.
"Si no fuera por Silvina..."
Estaba absorto en sus pensamientos cuando un golpe en la espalda lo derribó.
Aullando de dolor se dio vuelta y observó al polaco. Tenia la boca llena de sangre. Detrás de él sus amigos lo miraban en no mucho mejor estado.
-Viejo puto, le rompiste el auto al Cholo. Ahora te vamos a romper el culo.
Carlos colocó la cabeza contra el piso resignado.
-Pero antes me voy a comer este helado de mierda- el pibe levantó el pote del piso.
Los ojos de Carlos se llenaron de furia. Se levantó gritando del piso y su puño fue directo a los testículos del polaco. Este se quiso inclinar pero Carlos lo tiró al piso, se le subió encima y lo empezó a golpear en la cara.
-¿Quieres helado? ¡¡Toma!!
Agarró el pote y tiró el liquido de lo que se había derretido en la cara
ensangrentada. Después empezó a apretarle el cuello con fuerza para que abriera la boca y le metió los restos de la crema junto con los pedazos de telgopor.
Se levantó y mientras el polaco trataba de escupir los restos para no
ahogarse, Carlos lo volvió a patear en el estomago. Justo se largó a llover. El polaco era una masa de sangre y crema color naranja llorando en el piso.
-No... no me pegue, señor, por favor, no me pegue más.
Carlos miró a los amigos del polaco que lo observaban asombrados.
-¿Qué pasa, alguien más quiere?
Todos salieron corriendo excepto uno que agarró como pudo los restos de su compañero y se perdieron en la noche.
A unas cuadras apareció el cartel del ciento treinta y ocho.

4: 45 AM
Cuando se subió, Carlos intentó sacar las monedas de su sucio abrigo.
-No se preocupe, jefe, ustedes viajan gratis- le dijo el chofer señalando a la parte de más atrás del micro. Ahí se encontraba el mismo linyera que le había profetizado la mala noche. Por lo visto lo único que hacia era el recorrido de la línea una y otra vez.
Carlos se sentó unos asientos delante y cuando el profeta estaba por abrir la boca le dijo:
-Te callas o te parto en dos.

5:05 AM
Carlos entró en su casa y fue directo a acostarse a la cama.
-¿Qué te pasó? ¿Conseguiste el helado de mandarina?
Silvina vio las manchas de sangre, suciedad y lluvia en toda la ropa de su esposo. También vio que tenia un par de moretones en la cara.
Carlos la miró como había mirado al polaco cuando agarró el envase.
-¿Sabes que, amor? Con un vaso de leche me conformó.

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