VIDAS CRUZADAS
Atapuc volvía de su primer cacería con una presa mas que satisfactoria, un hermoso venado; sin duda, esa noche habría celebración en la tribu.
Estaba ansioso por ver a Jonac bailando a la luz del fuego con la corona de flores que le había regalado cuando una columna de fuego asomándose en el horizonte lo trajo de vuelta a la realidad.
Apuro el paso y llego al barranco desde el que se podía observar toda la comarca.
Tiendas incendiadas, cuerpos sin vida o agonizantes y regueros de sangre era lo único que quedaban de la aldea más esplendorosa de la reserva aborigen.
Preso de la desesperación Atapuc soltó al venado y corrió hacia la tienda de Jonac. La encontró en el suelo, escupiendo sangre y sujetándose el estomago acribillado.
Se acerco y la acomodo entre sus brazos.
-¿Amor, que paso?¿Quién hizo esto?
-Fue... el blanco de la constructora... el que quería comprar las tierras...
Jonac dio un ultimo suspiro ante la impotencia de Atapuc. Esté grito de furia y dolor.
Como único consuelo ya sabia tras quien ir en busca de venganza.
Una corona de flores pisoteada se deshace en pétalos.
Michael dormía tranquilamente abrazado a su esposa cuando lo despertó el timbre del teléfono.
El presidente de Weatherly Inc. refunfuño, acomodo dulcemente a su amada en la almohada y se apuro a contestar antes que ella o los niños durmiendo en la pieza continua se despertaran por el alboroto.
-¿Quién habla?
-Soy Jones; mi pidió que lo llamara a su casa por emergencias ya que su celular o los teléfonos de la empresa podían estar intervenidos.
-Esta bien, Jones, ¿qué sucede?
-Son los indios; les acabo de hacer la nueva oferta y volvieron a rechazarla.
-Por Dios, que bestias estúpidas, con todo el dinero y el nuevo terreno que les ofrecí pueden estar mucho mejor que ahora.
-Ya se los dije, pero no lo aceptan, que no quieren dejar las tierras de sus ancestros y esas boludeces.
Michael se aseguro que su mujer siguiera dormida y se escabullo a su estudio; no quería que nadie lo escuchara y mucho menos su propia familia.
-Entonces solo nos dejan una alternativa, ¿Los mercenarios están con usted?
-Si, señor, y gustosos de empezar cuando lo indique.
-¿Seguro que solo los indios saben de la oferta?¿Qué nadie podrá rastrear las muertes hasta nosotros?
-No quedaran rastros y cuando en unos meses ofrezca reconstruir la aldea como un centro comercial a nadie le llamara la atención.
-Entonces proceda.
Michael colgó y saco la botella de whisky de su cajonera secreta; hacia mucho que había logrado colocar los intereses y la necesidad de ofrecerle siempre lo mejor a su familia por sobre los escrúpulos pero en estos momentos el viejo Jack Daniels era siempre la compañía ideal.
Lentamente se fue adormeciendo cuando un nuevo llamado lo sobresalto haciéndole soltar el vaso.
-¿Jones?
-El trabajo esta hecho, señor.
Los restos del whisky derramado se filtraron en la alfombra.
El guardia de seguridad de Weatherly Inc. miraba el televisor cuando una voz familiar lo tomó por sorpresa.
-Buenas noches, Williams.
-¡¿Señor Weatherly, hoy se quedo haciendo horas extras?!
-Muchos asuntos pendientes-respondió Weatherly sonriendo mientras fichaba la salida-¿Algo interesante en las noticias?
-No, están todos los canales con eso de la masacre de los indios, parece que fue un grupo racista.
-¡Que horror! Buenas noches, Williams.
-Buenas noches, señor Weatherly.
Distraído por su jefe y la televisión Williams no noto la ágil figura que paso por delante de la cámara del estacionamiento.
Michael salió del ascensor en el oscuro estacionamiento; un escalofrío le recorrió la espalda y se prometió contratar mas guardias para el área a la mañana siguiente.
Caminó hasta su Ferrari Testarrosa y para su sorpresa estaba sin alarma. Miró a todos los costados pero los autos de algunos empleados trasnochados eran su única compañía.
Abrió la puerta y noto una caja en el asiento del acompañante. Miró en su interior y los ojos muertos de Jones le devolvieron la mirada.
-Chilló como un cerdo pero antes dijo tu nombre.
Presa del asco y el miedo Weatherly se congelo ante el enorme moreno que avanzaba con una lanza hacia él saliendo de las sombras.
-Hace unas semanas maté a mi primer presa, un noble ciervo que acepto su destino con honor. Aunque era mi primera vez reconocí la valentía del animal y trate de hacer todo lo más rápido y posible.
Michael intentó subir al auto pero Atapuc lo agarro del cuello y lo tiro al suelo sin soltarlo.
-No esperes la misma piedad- le dijo con los ojos brillantes de placer.
En el piso una corona de flores casi destrozada se mezcla con la sangre.
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