miércoles, agosto 23, 2006

Egosyntonic

A tale dedicated to Nyarlotep... him knows why...

EGOSINTONICO

Entramos en la fiesta de quince; las adolescentes bailando hipnotizadas al ritmo de la música electrónica eran una invitación irresistible.

-¿Atacamos?- le pregunté a Néstor.

-¡¡¡Al abordaje!!!- me respondió casi loco y perdiéndose en la multitud.

Néstor es egosintónico, una rara condición que lo hace absorber la personalidad de la persona que tiene cerca; no es un simple imitador, estos pueden ponerse y sacarse la piel de quien deseen y cuando quieran mientras que Néstor no puede evitarlo de ninguna manera. Por esto prefiere quedarse recluido a solas o con poca gente en su casa pero esta noche mis ganas parranderas fueron más fuertes que su precaución; “¿que es lo peor que puede pasar, que alguien se caliente y te meta una piña?” le había dicho antes de entrar al salón.

Las horas volaron y cuando empezó a disminuir el fluir de alcohol y enloquecidas cabelleras multicolores me acorde de que no llegué solo; tras recorrer las pocas mesas que quedaban con gente lo encontré apostando al truco con cinco jóvenes, la elegante ropa sport desarreglada y transpirada.

-¿Qué pasa, vieja, que miras?- me increpo con cara poco amigable uno de los jugadores.

-Tranqui, viejita, quédate manso que este es de los míos, bien cabrón- le dijo Néstor arrastrando las palabras y gesticulando con las manos- Y ahora te digo quiero retruco y mira como te rompo el orto.

El colorido lenguaje no era lo único desagradable de los nuevos amigos de Néstor, empezando por sus ropas y siguiendo con sus expresiones. Era confirmado que en estas fiestas se encuentra de todo, incluyendo la Biblia y el calefón.

A pesar de la desconfianza tenia que asegurarme que Néstor sobreviviera al juego y ocupé una silla libre.

Una vez terminado la partida uno de los muchachos aulló:

-¡Eh, ete culiado me saco to`a la guita, vamo` de caño!

-¡Si, vieja, vamo` de caño y a garchar pendejas!- acoto Néstor compenetrado en su nueva identidad.

-Néstor, tenemos que volver...- empecé a susurrarle pero al ver la mirada de los demás preferí guardar silencio y seguirlos.

Acomodados a duras penas en un desvencijado Ford, iba viendo como las luces de la ciudad se perdían en la lejanía y el paisaje se tornaba cada vez más rustico y rural.

El auto se detuvo frente a un cartel que rezaba “ALMACEN” y los pibes chorros (así se identificaban) se pusieron pasamontañas, aunque dudo que tuvieran frío.

-Vo` también, chetito de mierda, ¿que so`, puto?- me increparon a punta de pistola.

-No, vieja, todo masa con ete, solo e`medio cagón- lo interrumpió Néstor- Déjalo acá que hace buena campana.

Entraron en el almacén y se escucharon unos gritos; quizás contaban con que el tendero intentara algún tipo de heroicidad como sacar un rifle de defensa pero de seguro no contaban con que Néstor, contagiado de valentía, se volviera contra ellos y empezara a dispararles.

¡¡¡Estamos fritos!!!” fue lo ultimo que escuché antes de tirarme al piso.

Una hora después un oficial se acerco y nos pidió declaración. Al finalizar mi relato grito:

-¿Ustedes se piensan que soy pelotudo?

Néstor se incorporo y empecé a rogar que no le respondiera “afirmativo”.

-Señor, oficial en tareas civiles Néstor Giaccone reportándose; estos delincuentes a las cero trescientas quisieron perpetrar un atraco en la locación pero logré infiltrarme en la banda y desbaratarla.

El oficial lo miro perplejo unos minutos y haciendo la venia se retiró.

Respire profundo y me prometí no invitar nunca más a Néstor a salir. Al menos esta vez fue menos vergonzoso que cuando fuimos al ballet y termino bailando “Danza de los caballos pesados”.

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